martes, 30 de junio de 2015

Arte popular mexicano, en busca de reconocimiento

Obra realizada por el artista oaxaqueño Carlomagno Pedro Martínez.


El nombre, aunque suene a aventura cinematográfica, no se hace público, porque al final son muchos los coleccionistas en todo el mundo que prefieren mantener el anonimato, pero el acervo del abogado alemán cuenta con piezas de Pablo Picasso, Henry Matisse, Demian Hirst y... Jacobo Ángeles, un creador oaxaqueño especializado en obras talladas en madera.
Un caso similar es el de Carlomagno Pedro Martínez, oaxaqueño él también, quien trabaja el barro negro desde hace más de cuatro décadas, cuyas obras han estado en exposiciones de bellas artes de diferentes partes, en especial en museos de Estados Unidos.
Ambos se encuentran unidos por sus raíces, por su pertenencia a una manifestación sustentada en lo popular, por el reconocimiento que tienen sus obras fuera del país y por el desdén que tienen dentro, en especial por la sociedad en general que aún considera a sus obras como artesanías y no tanto como verdaderas obras de arte.
"En el caso concreto de Carlo Magno y Jacobo Ángeles son de éstos artesanos que han empezado a romper los límites con el arte y están más involucrados dentro de una creación artística, que en el simple desarrollo y mantenimiento de un oficio: son dos grandes maestros, conocen a la perfección su oficio", explica Walther Boesterly, director del Museo de Arte Popular.
Se trata de dos dignos representantes de la cultura zapoteca, cuya iconografía es uno de los elementos a tomar en cuenta: en el manejo conceptual, como en el de los materiales o en el del oficio, hay una gran representación del estado de Oaxaca, lo que de alguna manera se refleja en el hecho de que sean tan buscadas sus obras en otras partes del mundo.
"Tanto ellos como el grueso de los artesanos hacen mucha obra utilitaria, pero también tienen una línea personal, donde vemos la enorme creatividad, la capacidad anatómica para presentar estas figuras; nadie podría venir a remarcar algún defecto de escala, proporción, manejo anatómico, oficio en el manejo de la cerámica o en la talla de la madera. Son grandes artistas que tienen su origen dentro de la artesanía", explica Boesterly.
La experiencia de un artista
Ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2014, en el rubro de Tradiciones Populares, Carlomagno Pedro Martínez es un creador oaxaqueño que halló en el barro negro la materia para reproducir sus sueños y sus preocupaciones, cuyas piezas van más allá del arte popular, al grado que no sólo forma parte de colecciones como la de Fomento Cultural Banamex o del empresario regiomontano Mauricio Fernández, sino también del Museo Mexicano de Chicago o de otros recintos en Houston, Francia y Suiza.
"Mis obras cuelgan de paredes de museos, de galerías, en colecciones privadas y siento que he proyectado mi trabajo de una manera artística. En Chicago, por ejemplo, siempre me han dicho que soy un artista y he estado viendo que me toman en cuenta como un artista contemporáneo".
Si bien sus obras responden a las técnicas y a una cosmovisión sustentada en sus raíces, Carlomagno también se ha dado a la tarea de estudiar composiciones estéticas que le permiten trabajar con una mirada mucho más amplia del arte, se distingue por trabajar el barro con una perspectiva que apuesta por una composición artística.
"Siempre hay un cuestionamiento entre el artesano y el artista, el artista popular, cuando tenía 18 años me preocupaba mucho cómo me llamaban. Ahora no tanto: cerca de cumplir 50 años, me doy cuenta que el trabajo lo debe hacer uno todo el tiempo y no ver a los lados. Como humano, como artista, duelen algunas expresiones de esa naturaleza, pero con el tiempo se supera eso y sé que la gente que aprecia mi trabajo lo ve como una obra de arte".
Creatividad inigualable
Dentro del Museo de Arte Popular (MAP) se ha impulsado en los últimos años una serie de exposiciones denominada ArteSano entre Artistas, cuya apuesta es borrar los límites que se suelen establecer entre la labor creativa de un artista popular o indígena y un creador contemporáneo.
"Hay una enorme cantidad de artesanos en todo el país que llevan a cabo su oficio artesanal y, al mismo tiempo, desarrollan piezas de una creatividad personal inigualables y somos la sociedad los que no hemos querido aceptarlos como artistas", explica Walther Boesterly, director del MAP.
Al reflexionar al respecto, el promotor asegura que se requiere de una madurez intelectual para reconocer que los creadores ofrecen una propuesta, hay un nicho diferente, no nada más el de los artistas provenientes de la Academia, sino que hay quienes vienen de una formación humilde, probablemente de muchas carencias, pero que a lo largo de su vida creativa "han logrado ganarse un lugar y mantener esta tradición ancestral heredada por sus abuelos y por sus padres".
MILENIO CULTURA

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